El espacio muerto anatómico es un espacio muerto dentro de
los pulmones, un conjunto de vías que almacenan un volumen de aire que no se
controla voluntariamente, que no participa de ningún intercambio para generar energía
vital, que permanece ahí como reserva para cuando el cuerpo no pueda inhalar ya
más, es el último recurso que el cuerpo utiliza…
En este espacio, está contenido también el aire que se
inhala de más, por decirlo así, la parte de la bocanada de aire que entra al
final, y se calcula que el volumen de éste sobrante es de un 10% del total del
aire que cabe en los pulmones.
Se llama espacio muerto fisiológico a las zonas que por
alguna patología se encuentran mal vascularizadas, sean alvéolos, bronquios o
bronquiolos, de tal suerte que el aire que se encuentra en ellos tampoco
participa de intercambio energético alguno.
En un individuo sano, el espacio muerto fisiológico debe ser
igual que el espacio muerto anatómico, es decir, el volumen total de aire que
no participa en intercambios es aquél que se mantiene como reserva y aquél que
se inhaló al final.
Es por la sangre que el oxígeno es extraído de los pulmones,
se une a la hemoglobina que es hierro y al oxidarse la dota de color rojo. De
los pulmones la sangre lleva el oxígeno al corazón y de ahí a cada una de las
células del cuerpo. Cada célula utiliza el oxígeno para hacer reacciones con
los nutrientes por medio de las cuales consigue la energía necesaria para
funcionar bien, y una vez terminada la reacción queda dióxido de carbono, que
es llevado de regreso a los pulmones por medio de la sangre, en la hemoglobina
y en el plasma, que es la parte acuosa de la sangre.
La cantidad de dióxido de carbono en la sangre es lo que
controla el ritmo y la profundidad de la respiración. Cuando las células están
trabajando intensamente, están consumiendo muchos nutrientes, y esto hace que
se acelere el sistema cardiovascular.
Hay unas células nerviosas en la médula del cerebro que son
sensibles a la cantidad de dióxido de carbono, estas células son las que envían
señales a los músculos de las costillas para ampliar el espacio que contienen,
y al diafragma para contraerlo y generar así mayor espacio para los pulmones.
Teniendo
un mayor espacio dentro de los pulmones la presión dentro de ellos cambia, y
por diferencia de presión es que el aire que nos rodea entra directo a ellos.
Llegar al último aliento es reducir el espacio dentro de los
pulmones, reducir la presión y llegar al vacío. Quedarse sin oxígeno y sin
dióxido de carbono, parar el funcionamiento de cada célula de todo el cuerpo.
Se dice que quien ha utilizado el último aliento por accidente, ve una luz, y
de alguna manera sabe que hasta allí llegó. Pero cuando vuelve a entrar el aire
siente un enorme dolor, y ve ante sí cómo se derrumba el mundo que hasta
entonces tenía concebido y se hace de una nueva jerarquía de valores.
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