Pero dar un antecedente completo cuando se trata de danza sería injusto si no se diese un detallado recorrido por todas las técnicas que hemos aprendido, por las transformaciones que han tenido o las poéticas que se le han ido sumando al paso de cada construcción coreográfica. Habría que hablar de todos los maestros que nos han enseñado que bailar o estar en la clase es ya una postura artística, o un trazo que a nuestro destino hemos dibujado, hablar de todos los bailarines que junto a nosotros han movido el pie para barrer el piso frente a ellos.
Cada uno de nosotros trae una formación corporal, y la exploración que vamos a realizar necesita que tengamos claro dónde comienza y dónde termina esto, así como las herramientas que estamos utilizando en un momento dado para abrirnos paso hacia lo profundo dentro de nosotros. Nuestras convenciones encarnadas son muchas, pero nótese que estas mismas convenciones dejan de
ser un tributo pagado cada que las realizamos en el momento en que distinguimos un porqué, un sentido, un destino, una pasión, o un aliento olvidado.
Estos antecedentes se han encontrado bajo la práctica, pero a partir de ahora son un punto de partida.
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