Saturday, November 16, 2013

Antecedentes // LOGOTERAPIA



El segundo soporte ha sido sacado de la psicoterapia. Porque no nos bastaba con desmenuzar la palabra bueno, pues para saber eso antes tenemos que rompernos, sentirnos y notar que a cada cosa de la vida somos nosotros los que le damos sentido. La danza puede llegar a ser tan importante para el bailarín como una lucha a muerte, así ha dicho Patricia Cardona en “Dramaturgia del Bailarín: Cazador de Mariposas”, pero todo esto significa dejar salir al animal
escénico, hacer las cosas sin tener idea de cómo es que se está viendo o cómo es que contribuye a una convención social, cultural o a una imagen personal.

Si bien la danza lleva una propuesta artística, para descubrir lo que hace el patíbulo al final del cuento necesitamos tomarla como un trabajo previo en el que se construyen los fundamentos para que desde cierto momento se pueda
dedicar toda la energía a bailar la coreografía, al modo en que hace la familia narrada, o al modo en que las cosas nos quitan el aliento. Suponemos que antes podemos poner una disposición de nuestra parte y con ello permitir que sucedan estas cosas.

Después de observar a muchos, supusimos que la disposición que tenemos ante las cosas las descubrimos notando el sentido que le damos a cada acción. Si algo le parece bueno a alguien, o le da un sentido que le parece bueno para sí mismo (repito, solo hemos trabajado con la palabra bueno) se deja llevar de lleno hacia la experiencia que deviene a la acción. Pero hablar de este tipo de sentidos, es hablar de cosas en las que pareciera que toda la vida está en juego, todo nuestro ser en el aquí y el ahora, una historia completa que va a dar precisamente a ese momento, momento en el que todo cobra sentido, quizá un nuevo sentido. Para esto recurrimos a la logoterapia.

Viktor Frankl nos dice en “El Hombre en Busca de Sentido”, que hallar el sentido de la vida es una fuerza primaria y no una racionalización secundaria.

La voluntad de sentido es el sentido propio que cada uno encuentra para su vida, no es uno que cada uno inventa, y de ello depende lidiar con cualquier fracaso; saber que este sentido ha trazado un destino, que aún nos quedan tareas por realizar para completarlo, y cita a Nietzsche así “quien tiene un porqué para vivir, soporta cualquier cómo”.

Lo contrario a tener voluntad de sentido es el “vacío existencial”, que se manifiesta como tedio, aburrimiento, disposición perfecta para el enajenamiento, para darnos muerte a nosotros mismos al momento de realizar cualquier acción. No sabemos si esto es algo absolutamente necesario para dejarnos quitar el aliento, pero al momento sí es algo necesario para rompernos y continuar con la construcción de la obra.

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